Ricardo Gutman
No recuerdo las veces que le pedí al Tano que cambie de canal, que por favor no lo dejase en una señal de noticias. En todas pasan lo mismo. Terminé mi café y cuando terminó Capusotto salí del Drugstore rumbo a Peko´s, hastiado de los relojes en cuenta regresiva. Ni siquiera hablan de fútbol. Muertos y accidentes coronados de los relojes en cuenta regresiva al día D. Camino al bar las vidrieras se han vestido de banderas, cintas, escarapelas y pelotas celestes y blancas. Y por donde pasás relojes en cuenta regresiva. Canales de televisión, páginas web, mensajes en el celular, radios, todos con la cuenta regresiva al comienzo del mundial. A medida que pasa la gente se va dando cuenta de que está más cerca. Adentro del bar nadie habla de fútbol, están remodelando, pintando, revocando en cuenta regresiva para el sábado reabrir y no están para hablar de fútbol. El tiempo corre por cosas más importantes.
No entiendo bien que pasa pero salvo en Peko´s todos quieren el mundial. Fiebre de mundial. Y Santa Maradona pide fútbol. Ya no se puede ver la tele de tanta temperatura. La golosina del mundial, los televisores del mundial, las pilas del mundial, las heladeras del mundial, los canales del mundial, los chicles del mundial, las promociones del mundial, los desodorantes del mundial, la pelota del mundial, las gaseosas del mundial, los autos del mundial, la vacuna del mundial, los grupos en facebook del mundial, los DVD del mundial, los celulares del mundial, los sponsors del mundial, la televisión satelital del mundial. Y los relojes en cuenta regresiva. Y los periodistas deportivos deambulando por Sudáfrica tratando de justificar tanto tiempo de rosca para estar en la competencia.
Andan con el rostro cortado. Ya no es USA 94, esos tiempos en que los jugadores de la selección se calzaban una gorrita y daban notas a cualquier hora por unos cuantos billetes verdes. Y ya no saben que hacer. Y hablan del mundial pero no de fútbol, se hacen notas entre ellos, encuentran barras bravas y por cada pastizal sudafricano hay un elefante rosado. Entonces buscan cualquier cosa para publicar. Grondona le pasa factura al Diego. Recurren al Twitter de Agüero. Recurren al Twitter de Mascherano. Que Mascherano sale a desmentir vía Twitter de Agüero que él no tiene Twitter. Por ahí anda el sudafricano cadete de un hotel que sabe más de fútbol argentino que los mismos periodistas argentinos que no son capaces de explicarle porque Riquelme no está en la lista. Y cuando habla Santa Maradona les registra tres frases y los deja contentos. Pero siguen preocupados por el tobillo de Messi. Que si Higuaín o Milito. Que los brasileros no están muy preocupados que digamos por Argentina. Garcé trae alfajores. Y el infaltable clásico documental de Héroes por Volver y alguna cosa más como movileros burlándose del resto de las personas que andan en los alrededores de los estadios por hablar otro idioma. Programación repetida hasta el hartazgo.
Pero eso no es lo peor. Lo peor son las publicidades de Quilmes. Cada mundial espero la publicidad de Quilmes para saber con que se vienen. Son buenas. Son efectivas. Cada vez mejores. Explotan en nosotros esas cosas que asoman en estos momentos y que nunca nos damos cuenta. Pertenencia creo que se dice, un maquillaje del patriotismo. Nos hacen creer que le vamos a comer el hígado a Brasil en la final pero siempre nos volvemos en octavos. Cada vez más efusivas. A mí, que todavía me emocionan varias cosas, las detesto por ser casi perfectas. Ahora Dios nos habla y nos dice que los de abajo también juegan. Que cree en nosotros. Que somos el pueblo elegido. Que manga de desgraciados, mi humilde reconocimiento a los creativos publicitarios. El resto de las empresas están bien atrás, no largan. Los relojes siguen en cuenta regresiva. Mientras tanto, Santa Maradona pide fútbol. Y el resto le responde con Mundial.
Segundo a segundo, como una pequeña muerte, los días nos acercan al partido ese entre Samoa y Pakistán que tanto estamos esperando. Partidos que nunca miraríamos ni en nuestros sueños más revulsivos se vuelven parte de la rutina mensual de los junios. ¿Qué Samoa ni Pakistán clasificaron? Disculpen, todavía no tengo mi fixture ni sé cuál es el grupo de la muerte. Menos que menos estoy al tanto de quienes nos tocarían en caso de pasar a segunda ronda. Ni la diferencia horaria. Quizás estoy perdido aunque abundan los informes especiales de los 32 equipos que llegan al mundial. El mejor de todos es el de la Barcelona. Abunda el mundial. Pero de fútbol nada. Santa Maradona pide fútbol. Y los argentinos un título. Y un LCD. Te los tiran por la cabeza. En Cincuenta cuotas. Fuera de joda. Es una verdadera ganga. Todos especulan con la inflación de acá a dos años. No pagás nada, agarrá viaje.
Esta indiferencia que vivo ante el mundial me sorprende a mí mismo. No me compré un LCD. Ni siquiera como Mantecol, que se anda chamuyando chinos y jamaiquinos para que nos hagan el aguante. Ya ni discuto los candidatos, por ejemplo. No tiene sentido, todos saben que primero, siempre, está Brasil y resto dos escalones más abajo. Pero los periodistas siguen preocupados por el tobillo de Messi. Así y todo no puedo estar ajeno a lo que pasa en la selección. Lo único que me prende fuego es que han llevado a Verón para que, encima, sea el guía de Messi. Así va a terminar el pibe. Zafamos del Capitán Frío pero del pirata no, que se le va hacer. A los únicos que banco son a Tevez y a Mascherano. Aunque no tenga Twitter. Y a Palermo carajo.
Los relojes corren y los días avanzan pero el misterio sigue en pie: ¿Qué piensa el Diego? Santa Maradona pide fútbol y los periodistas hacen la vista gorda. No hay data entonces aparece el sexo y asado en la tapa de Clarín. Santa Maradona pide fútbol y el resto quiere otra cosa. El DT les tapa la práctica, no les larga prenda. Y todos se siguen preguntando si al pibe del Barcelona le seguirá pesando la camiseta argentina. Encima no hay amistosos. Y eso es otro problema. No saben si es bueno o no jugar amistosos antes del Mundial. Ahora todos adoran a Mourinho. Entonces es obvio que no quieren fútbol. Y se siguen sumando los barrabravas en Pretoria. Qué cosa ¿no? Habrase visto. Como si nunca hubiese pasado.
Los cronómetros siguen atrasando o adelantando, ya no sé bien. Confieso que el fútbol es una de las cosas de las que menos sé. No puedo de hablar de táctica y estrategia. Soy horrible, lo reconozco. Por lo menos no miento ni ando a los gritos en los bares. Simplemente lo veo y con eso me alcanza. De vez en cuando sigo algún partido de Unión pero nada más. Lo poco que sé de posiciones lo aprendí del Pro Evolution Soccer a diferencia de mi hermano, que sigue escuchando los partidos por radio y que gracias a él conocí la genialidad de Víctor Hugo, tan clarividente el uruguayo. Yo no sé nada. Pero sé que no quiero a Mourinho. No quiero ese fútbol, admirable desde lo táctico por su funcionamiento y rentabilidad pero que da poco a la gente. Incluso creo que Mourinho y Real Madrid es una contradicción de términos solo posible de suceder en contextos de exitismo y búsqueda de resultados. Al parecer eso es lo que quieren.
Y en el medio de todo este negocio están las ilusiones y las expectativas de la gente. No lo niego, hace falta un título y para conseguir un título es necesario ganar. Pero no me come la cabeza ganar como sea, no me seduce el dramatismo con el que se vive el fútbol por estas latitudes. Me revientan las injusticias, como a todos. Por eso me gustan Borghi y Cappa. Sería hermoso volver a ganar un mundial con el as de espadas jugando para vos. Santa Maradona pide fútbol. Yo no le pido tanto, solo pido que jueguen a la pelota. Y que me dejen verlo por Canal 7, ¿puede ser?
P/D: aquí les dejo un regalito
P/D: aquí les dejo un regalito