29 ene 2011

Lecturas de verano: Las uvas de la ira. John Steinbeck. Capítulo 5


Los propietarios de las tierras o, con mayor frecuencia un portavoz de los propietarios, venían a las tierras. Llegaban en coches cerrados y palpaban el polvo seco con los dedos, y algunas veces perforaban el suelo con grandes taladros para analizarlo. Los arrendatarios, desde los patios castigados por el sol, miraban inquietos mientras los coches cerrados avanzaban sobre los cam- pos. Y al fin los representantes de los dueños entraban en los patios y permanecían sentados en los coches para hablar por las ventanillas. Los arrendatarios estaban un rato de pie junto a los coches y luego se agachaban en cuclillas y cogían palitos con los que dibujar en el polvo. Las mujeres miraban desde las puertas abiertas y detrás de ellas los niños, niños de cabeza de maíz, los ojos de par en par, un pie descalzo encima del otro y los dedos de los pies en movimiento. Las mujeres y los niños miraban a los hombres hablar con los propietarios y callaban. Algunos portavoces eran amables porque detestaban lo que tenían que hacer, otros estaban enfadados porque no querían ser crueles, y aun otros se mostraban fríos, porque habían descubierto hacía ya mucho tiempo que no se puede ser propietario si no se es frío. Y todos se sentían atrapados en algo que les sobrepasaba. Unos despreciaban las matemáticas a las que debían obe- decer, otros tenían miedo, y aun otros adoraban a las matemáticas porque podían refugiarse en ellas de las ideas y los senti- mientos. Si un banco o una compañía financiera eran dueños de las tierras, el enviado decía: el Banco, o la Compañía, necesita, quiere, insiste, debe recibir, como si el banco o la compañía fueran un monstruo con capacidad para pensar y sentir, que les hubiera atrapado. Ellos no asumían la responsabilidad por los bancos o las compañías porque eran hombres y esclavos, mien- tras que los bancos eran máquinas y amos, todo al mismo tiempo. Algunos de los enviados estaban algo orgullosos de ser los esclavos de señores tan fríos y poderosos. Se quedaban sentados en los coches y daban explicaciones. Sabes que la tierra es pobre. Ya has escarbado en ella lo suficiente, Dios lo sabe. Los arrendatarios, en cuclillas, asentían, pensaban y hacían dibujos en el polvo y, sí, lo sabían, Dios lo sabe. Ojalá el polvo no volara. Si sólo la capa superior no volara...

27 ene 2011

A prepararse


Si una imagen vale más que mil palabras... a prepararse...


Fuente de la imagen

26 ene 2011

El tipo de la estación


Ricardo Gutman

Llegando a La Banda, 11 de Enero de 2011

El Tete cumplió años en el tren. Veintiocho. Feliz cumpleaños. Esperamos que sean las doce y lo felicitamos. A duras penas pude conciliar el sueño, el vaivén del vagón y el concierto de rieles no sólo dificultan el escribir sino también el sueño. Gran parte del viaje lo pasé mirando por la ventana hacia la noche, mirando la nada si se quiere, de vez en cuando las estrellas cuando el acrílico que escuda las ventanas deja ver, recortado, un pedacito del cielo. Dicen que le ponen esos protectores porque al pasar por las villas cascotean el tren. No sé si será verdad pero me dolió igual al escucharlo. Quién sabe.

Cabezas ¡Presente!


Martes 25 de Enero de 2011

Ante un nuevo aniversario del asesinato del reportero gráfico, desde la APSF renovamos el reclamo por que sus asesinos cumplan con sus condenas efectivamente.
Este 25 de enero se cumplen 14 años del crimen del reportero gráfico José Luis Cabezas. La fecha nos encuentra como colectivo de trabajadores y trabajadoras de prensa renovando el reclamo para que sus asesinos cumplan sus condenas de manera efectiva.
Cabezas fue brutalmente asesinado por informar y mostrar a la sociedad una realidad donde se entrelazaban políticos, policías y empresarios corruptos. Podemos decir que se trató de un asesinato político que tenía el objetivo de enviarle un mensaje a toda la sociedad. Su muerte carga con un significado especial: el poder no debe ser mostrado. Hasta febrero de 1996 el rostro del poderoso empresario Alfredo Yabrán era desconocido para la mayoría de los argentinos. Una foto de José Luis Cabezas lo hizo tapa de la revista Noticias.
Continuar recordando a Cabezas es reivindicar la vida, es defender la libertad de expresión y el derecho a estar informado. Pero también es una oportunidad para alertar a la sociedad sobre la necesidad de enfrentar y erradicar toda forma de violencia destinada a silenciar o condicionar a los trabajadores de prensa.
Porque a pesar del compromiso y el esfuerzo de miles de trabajadores de la comunicación, la precarización laboral en un gran número de empresas periodísticas y las prácticas abusivas de muchos dirigentes políticos y empresarios, provocan que la sociedad santafesina aún no tenga garantizado el derecho a recibir información veraz, plural y de calidad.
Desde la Asociación de Prensa de Santa Fe, una vez más, decimos: “Cabezas, ¡presente!”.

25 ene 2011

Era un piano enorme del tamaño de una sandalia...



Fabio Peralta

Era un piano enorme del tamaño de una sandalia vista por una hormiga colorada bebé. Lo extraño sobre todo era que aquel hombre llevase dicho instrumento sobre el ala del sombrero y no como buen cristiano laborioso al hombro o con una correa al cuello. Lo miré, intempestivo y modesto, quería que me viera, a veces las bocas sin contacto de ojos se niegan a hablar. Noté que noto que yo le miraba por qué se hizo el boludo y se bajó un poco el sombrero para tapar sus ojos peligrando la caída del piano. Y ahí no dudé, guarda hombre con ese piano que se le va a caer. ¿Qué piano? preguntó. Resultó que el hombre no sabía que lo llevaba, me habló de él con la desgracia de a quién lo caga una paloma. ¿Y no se dio cuenta que le cagaron un piano? insisto yo. Y no vio cómo es ahora la gente que las cosas se rompen y compran otras, y vengo de por allá de la zona que abunda en balcones, y me lo han arrojado.
Le pedí si me permitía una de Chopin. Y me regaló el piano lo que confirmó a mi entender de que a aquel le había caído un piano y no se había enterado. Acá se lo dejo. Gracias por avisarme, me hizo acordar a un cuento de un estúpido que leí una vez que decía que hoy por hoy nadie da bolilla a nadie y que podés andar con una gallina en la cabeza que a lo sumo te cagan a trompadas pero no te preguntan cómo llego ni nada, ha sido usted muy amable. Y se marchó. Yo que pensé que el hombre aquel traía en su cara la vergüenza de piano en el sombrero, pero su evitación habrá sido por otras cosas. Ya de lejos noté lo absurdo del caso y le pegué un grito: oiga, ¡¿y cómo sobrevivió a un piano?! Y muy racional me contesto: con los avances de la medicina uno ya está salvado antes de la condena. Sabias palabras dije y le aconsejé que vaya mas cerca de la calle que de la pared mientras le señalaba una maceta recién posada en su sombrero.  ¿También la quiere? dijo. No, ya con el piano es mucho muy suficiente. Y ahí quede en la esquina de Caseros y Alvear, con un piano.

Primer día: Averiguación de antecedentes o rezando por el tren


Ricardo Gutman

Rafaela, Lunes 10 de enero

Ya el sábado la ansiedad me empezó a comer. A pesar de eso terminé de armar la mochila una hora antes de salir. Me quedó corta. Y eso que el Tete me enseñó a armar la mochila como la arman los militares. Tuve que agregar un bolso. De repente empecé a encontrar las cosas: el par de pilas que me faltaban desde hacía seis meses y la riñonera perdida hace años que a duras penas me entra. Han pasado los años, seguro.
Salimos de San Cristóbal con lluvia, como una despedida aunque no lo sea. Carlos tuvo la buena onda de llevarnos a Cléber y a mí. Para las ocho ya estábamos entrando a Rafaela. Anda lindo el Punto.
La ruta está horrible, cada vez peor; hasta Ataliva fue esquivar algunos pozos y comernos otros. Como no podía ser de otra manera el viaje pasó hablándose de autos (con Carlos el tema es ineludible), del estado de las rutas d la provincia en comparación con otras rutas de otras provincias, del crecimiento del parque automotor y ek atraso de la ruta 13, ya proverbial. A esta altura todas las rutas de la provincia debiesen ser de cuatro carriles, afirmé como una obviedad. Arlos asintió al momento. “Parece que no tuviésemos gobernantes” dijo como al pasar. Nadie dentro del auto lo contradijo. En Ataliva la ruta mejoró ostensiblemente. Llegamos a Rafaela bastante rápido.

9 ene 2011

Nos vemos



Me voy. Vacaciones. Quien sabe lo que va a salir. Todavía está todo por ver. Mañana lunes salgo para el norte, en tren, desde Rafaela, con el Tete, Cleber, y si las cosas se dan el tano Carlino. Todos merecemos unas vacaciones. Al menos los otros seguro, otros, la gran mayoría, pensarán que yo no las merezco, lo cual es entendible llegado el caso. Pero la verdad me chupa un huevo. Rafaela, Tucumán, Salta, Jujuy, Tilcara y Purmamarca, esos son los ejes del viaje. Haremos base en Tilcara y de ahí lo que salga. Si alcanza haremos alguna noche boliviana. A lo mejor no vuelvo.
El bolso todavía está sin terminar. Mi vieja me corre cada cinco minutos para saber que me falta y yo desesperado por encontrar el confeblock porque me propuse confeccionar algo así como un diario de viaje. Trataré de escribir y publicar a medida que pasen los días. No tengo idea donde iremos, todo está en la cabeza del Tete. Veremos que sale. Nos vemos.  

1 ene 2011

La parrhesía


Parrhesía:  práctica de decir la verdad “sin esconderla con nada”, bajo el riesgo del rechazo o la ira del interlocutor.

Por Michel Foucault *
Este año querría continuar el estudio del hablar franco, de la parrhesía como modalidad del decir veraz. Llegué a la noción y la práctica de la parrhesía a partir de la cuestión, tradicional en la filosofía occidental, de las relaciones entre sujeto y verdad. Grande fue la importancia en la moral antigua, en toda la cultura griega y romana, del principio “hay que decir la verdad sobre uno mismo”. Pueden mencionarse prácticas como el examen de conciencia prescrito entre los pitagóricos o los estoicos, del que Séneca dio ejemplos tan elaborados y que volvemos a encontrar en Marco Aurelio. También esas correspondencias, esos intercambios de epístolas morales, espirituales, cuyo ejemplo también puede hallarse en Séneca. Han dejado menos huellas otras prácticas como las libretas de notas, especies de diarios que se aconsejaba llevar, ya fuera para el registro y la meditación sobre las experiencias vividas o las lecturas hechas, ya fuera para contarse uno mismo, al despertar, los propios sueños.