El Club de Ciencias Francisco de Pedro transita por su 25º aniversario de vida educativa y se prepara para festejarlo en el mes de mayo con todos aquellos que pasaron por sus aulas. Sergio Capovilla recuerda y analiza estos veinticinco años de historia.
El Club de Ciencias Francisco de Pedro cumple 25 años de labor educativa y divulgadora de las Ciencias Naturales en la ciudad y la región el próximo 24 de mayo de 2010 con un festejo al cual están invitados todos aquellos que hayan pasado por la institución en estos veinticinco años de trabajo.
El festejo se llevará a cabo en vísperas del Bicentenario en el Club Unidad Sancristobalense y contará con la presencia de magos, espectáculos musicales y circenses. La tarjeta costará 85 pesos y tiene todo incluido. “La idea es festejar un cumpleaños y no hacer un acto formal, de lo recaudado no queda nada para la institución porque lo que queremos es juntarnos entre todos” explicaba el promotor de esta institución, el Prof. Sergio Capovilla.
Luchar por educar
Enseñar ciencias naturales en el interior del interior, fundar un museo, valorar nuestros recursos, llegar a una escuela Municipal de Ciencia y Tecnología, alfabetizar científicamente por fuera del sistema educativo sirviendo de apoyo y desarrollo a los conocimientos de los alumnos son algunos de los objetivos que pueden denominarse como visibles a lo largo de 25 años de accionar educativo del Club de Ciencias. Desafíos a cada paso, alegrías y sinsabores también son parte de la historia del Club de Ciencias como todo accionar humano. “En estos veinticinco años hemos pasado etapas buenas y etapas no tan buenas” recordaba Sergio Capovilla, “lo más importante de todo esto es que estamos y que pudimos llegar a un montón de generaciones de sancristobalenses, siempre apuntando hacia el joven pensando que las ciencias naturales y los recursos naturales de nuestra zona son importantes y deberíamos defenderlos, esa fue la idea principal y como pudimos fuimos cumpliendo objetivos”.
Sancristobalenses esparcidos por el globo y el país es quizás lo que abunda y muchos de ellos han pasado por las aulas del Club de Ciencias. Este acontecimiento ha logrado empezar a reunir a estos sancristobalenses que han buscado su destino -“desgraciadamente para el bien de la ciudad” diría Sergio- en otros lugares del país y del exterior para festejar este aniversario.
Había que animarse. Había que hacerlo. Lo que en su momento podría haber parecido como una actividad más dentro de los ámbitos educativos locales fue ganando cada vez más espacio a medida que la mayor exposición y los logros y participaciones de los alumnos en distintos lugares de la provincia y del país se iban acumulando. Hoy la idea inicial se conjuga con el accionar de la Escuela Municipal de Ciencia y Tecnología, dependiente de la Municipalidad de San Cristóbal, demostrando que lo que parecía ser una actividad específica de cierto grupo de gente interesada es en la actualidad el emprendimiento cultural de mayor desarrollo en la ciudad, con una matrícula que crece año a año y con desafíos que hoy por hoy no son los mismos que hace veinticinco años.
Ciencia y Tecnología en el interior del interior. Con lo que se tiene. Con lo que hay. Con lo que se puede, tratando de mejorar las cosas que por pequeñas que parezcan producen resultados decisivos en las personas, fomentando la creatividad, con sentimiento. Vaya desafío.
-¿En el plano personal, qué recuerda de los últimos veinticinco años?
Recuerdo que fue una lucha permanente para conseguir lo que se logró, el lugar fijo, estable, una carta visible, tener una presencia viva sobre lo que era el Museo. Hay que entender que las políticas provinciales y nacionales de todos los tiempos no dan cabida al interior, donde el turismo mayor no pasa por acá, por eso el Bicentenario viene bien para recordar que la Argentina se hace en cada punto del país.
Se peleó muy fuertemente a nivel provincial por una asociación tipo ONG que nuclease a los museos independientes y concienciar sobre la importancia del suelo, el aire y el agua, nuestros recursos naturales, entender lo importante que es eso para la vida. Yo lo resumiría en una lucha permanente por educar.
De acá en adelante
Quizás pueda pensarse que ya todo ha pasado, quizás puede suponerse que los logros ya se han conseguido y los laureles empiezan a perfumar los estantes, que está todo muy lindo como quien dice, que los números acompañan y que las batallas se han ganado pero todavía quedan desafíos pendientes, cosas por realizar, transformaciones que emprender. Y el desafío del futuro es darle continuidad a lo logrado y profundizar el alcance.
Después un tiempo relativamente corto de desarrollo, la escuela Municipal de Ciencia y Tecnología en particular y el Museo de Ciencias y el club de Ciencias afrontan el desafío de la inclusión mayor de los jóvenes de San Cristóbal. Aproximadamente, haciendo un cálculo a mano alzada, cada taller de la Escuela posee al menos 12 alumnos en los distintos horarios lo que hace que a pesar de haberse construido tres nuevos aularios la capacidad de absorción se vaya reduciendo a medida que crece la matrícula.
El otro desafío es dejar el recurso humano para continuar la tarea. “Lo que sigue es agrandar, es ir armando gente que pueda gobernar todo esto y hacerse cargo no sólo de la institución sino también del mensaje con el que nació todo esto, en una continuidad que no sea nada más que un puesto de trabajo. Esta es una etapa difícil”, sintetizaba Capovilla