9 dic 2010

Impresiones


Ricardo Gutman
Debo confesarlo. El cansancio me pesa, me estruja el cerebro, las piernas no me responden, los ojos se me cierran y apenas puedo subir los brazos al teclado. Salimos de Rosario a las 23 pero el colectivo pinchó un neumático, no tenía las herramientas, llamaron al auxilio del peaje que volvió a llamar a otro auxilio porque el primer auxilio no tenía las herramientas y tipo 1.30 de la madrugada salimos definitivamente de Rosario. Llegamos a San Cristóbal cerca de las 6.30, todos molidos. Y después a trabajar con las complicaciones de siempre o peor. Pero el día fue hermoso. Hasta el viaje desde San Cristóbal. Salimos a las 10.30. Llegamos a Rosario 17.30 con dos paradas en el intermedio.
En la YPF cerca del peaje se empezó a tomar conciencia de la cantidad de gente que llegaría a Rosario para la presentación de la candidatura a Gobernador de Agustín Rossi. Las combis y los colectivos haciendo fila india, metiéndose por donde había un lugar, la gente cargando agua caliente, yendo al baño, las colas interminables, anunciaban lo que fue después el acto en la bajada Sargento Cabral. Había un sol. En la YPF le dije a Claudio que el acto no empezaría hasta cerca de las 19.30. Cuando lo dije eran las 16.30. En plena ruta. Las bocinas se multiplicaban a los costados del camino. La gente se preguntaba desde donde venían, reconociéndose.

Había un sol. La bajada estaba llena de gente, llena de pibes. Para llegar seguimos a la multitud. La gente estaba feliz. Había un sol. Poco a poco nos fuimos buscando el lugar, lo más cerca posible del escenario. Tuvimos que conformarnos con un lugar al costado, donde difícilmente se lo pudo ver a Kunkel y a Rossi hablar de tantas banderas que había en el frente. Por más que Agustín pidió que bajasen las banderas pocos le hicieron caso. La única vez que arriaron las banderas fue con el himno, versión Bicentenario, la interpretada por Fito en la 9 de Julio, con video detrás. El himno argentino es la canción más hermosa del mundo. A mí me gusta la versión de Jairo. La haría obligatoria en todas las escuelas. Me enerva ese coro de voces de minitas de voz finita en los actos, es como si les faltase contenido, cuerpo. Es una impresión. Si vas a poner una voz femenina ponela a Julia Zenko, que se yo. Hay muchas. Miles que podrían hacer una versión mejor.
Pero al escuchar la “versión” Bicentenario, esa, con la gente en la calle coreando las partes musicales, entendía como canta mi pueblo el himno. Nació en las canchas y poco a poco se fue imponiendo. A los argentinos no les alcanza con cantar las estrofas, necesitan también entonar la música, de allí ese oh! que se extiende, que le da una musicalidad única que no tiene otro himno. Hay una intención de continuidad en ese coro, de que hay algo que no se tiene que cortar. Digo, de pronto, me parece. Es una impresión. Vi gente con la mano en el corazón mientras cantaba el himno. Yo lo canté como me enseñaron en la escuela primaria, paradito, bien derecho, con los brazos atrás, con respeto y orgullo. Como me inculcó mi mamá, maestra. Había un sol.
No pude conseguir una foto de Agustín, las banderas no me dejaron, pero lo escuché. Hacía tiempo que un político de estas latitudes no me predisponía a escucharlo. El último fue Binner pero había algo en su tono, en sus convicciones, en su manera de decir las cosas que me hacía desconfiar. Por ese entonces me dije que le iba a dar un año y medio de changüí, un tiempo considerable para ver como encaraba las cosas. No hizo nada distinto. Hasta me atrevería a decir que no hizo nada. Ni siquiera crecer territorialmente, cosa que los radicales si han aprovechado. Con este tipo la cosa vienen por otro lado me parece. Las diferencias son inmensas.
Dijo muchas cosas. Habló de inseguridad, de empleo joven, de acceso a la vivienda para matrimonios jóvenes, de generación de empleo y del desarrollo de valor agregado para las economías del interior de la provincia como herramienta de prevención del desarraigo. Palazo para rancho ajeno y a manera de conexión, reprobó que la oposición no haya aprobado el presupuesto 2010 que, entre otras cosas, traía presupuestado el gasoducto del NEA con financiación propia, hasta ahora la única obra pública que abastecería de gas natural al olvidado norte santafesino. Incluso hasta enumeró las obras públicas más importantes que el gobierno nacional realizó y viene realizando en la provincia como el dragado del Paraná, la autopista Rosario-Córdoba y el único acueducto (¿te acordás de los acueductos? quince años de espera para nosotros, los ignorantes del norte) de la provincia hasta el momento, el acueducto Centro.
Enumeró muchas cosas más, pero las cosas que más me llamaron la atención del discurso fue cuando dijo que en Santa Fe se pueden llevar adelante los sueños y que es necesario empezar a implementar jornadas horarias extendidas en las escuelas para que los chicos pasen más tiempo en los establecimientos educativos. Por fin alguien que lo dice. Al parecer Rossi interpreta bien que es lo que está pasando; ahora es posible soñar, y si es posible soñar permítanme soñar con el atisbo, aunque sea mínimo, el inicio si se quiere, la punta, de una escuela de inteligencias múltiples. Los pibes en las escuelas en vez de estar en la calle. Doble turno. Quizás Howard Gardner no esté tan loco, quizás lo único que hay que hacer es tener la decisión política de poner plata en educación. Prometió hacerse cargo de los problemas. Por lo visto hasta ahora no tengo porqué no creerle. El día estuvo lindo a pesar de los inconvenientes. Había un sol.